Un poco de información sobre Radiculopatías

Las radiculopatías son lesiones localizadas en las raíces de los nervios a nivel de su salida de la médula espinal a través de la columna, que comprometen el normal funcionamiento nervioso (sensitivo o motor) y además pueden producir dolor y llegar a ser bastante invalidante para los pacientes. Generalmente se producen por compresión en el nervio que aparece por diversos motivos, como hernias discales, focos de artrosis importantes, espondilolisis, traumatismos, desplazamiento vertebral… y en casos excepcionales la ocupación del espacio por tumores o quistes, así como infecciones. Cuando existe compresión en el entorno de salida de l nervio, este se altera a nivel mecánico, porque no puede moverse y deslizarse igual que antes, pero también a nivel químico, porque se produce una inflamación en los tejidos de la zona que acaba irritando al nervio también. De hecho, hay investigaciones que sugieren incluso que esta inflamación unida a los cambios en la circulación del nervio explican más y mejor los síntomas que la propia compresión, que es a lo que siempre se han achacado. Normalmente en las radiculopatias aparece un dolor de tipo neuropático que es intenso y se podría describir como eléctrico, lacinante… , muy insidioso y que generalmente sigue trayectos nerviosos; además, si existe ya un daño en el nervio, condición necesaria para que hablemos de radiculopatía, se afecta la conducción de impulsos nerviosos, con lo cual pueden aparecer problemas como bloqueo de la movilidad, debilidad muscular y alteraciones de la sensibilidad en las zonas que cubre el nervio afectado, así como parestesias. Es importante aclarar que no siempre que tengamos dolor en un trayecto nervioso (por ejemplo una ciática) estamos ante una radiculopatía, para que exista debe haber daño en la raíz del nervio. A veces puede haber otras patologías que producen síntomas parecidos, como el síndrome del dolor miofascial, el dolor discogénico… pero también puede que haya un atrapamiento nervioso en otra zona. Por lo tanto el diagnóstico es fundamental, no todo dolor ciático en el miembro inferior es resultado de una radiculopatía lumbar, hay que ser muy cuidadosos con esto. Para ello los profesionales sanitarios nos valemos de distintas herramientas y test clínicos (test neurales y ortpédicos, valoración de movilidad, sensibilidad, fuerza, reflejos…) que nos ayudarán a hacer correlacionar el relato clínico del paciente con su posible problema. Pueden utilizarse también pruebas complementarias de imagen como la radiografía o la resonancia magnética nuclear, y en este caso es de gran utilidad realizar una electromiografía, ya que mide la velocidad de conducción nerviosa, y puede confirmar si efectivamente existe daño en el nervio. En este punto, recuerdo que el hallazgo de hernias, profusiones, artrosis… en las pruebas de imagen no indica por sí solo la existencia de radiculopatía, hay que correlacionarlo con la clínica del paciente. ¿En qué zonas es más común la aparición de radiculopatías? Pues lo más habitual es a nivel cervical con predilección por los segmentos bajos (C5-C6 y C6-C7) y a nivel lumbo-sacro (L4-L5, L5-S1). En la zona dorsal este problema es muy poco común, lo que no quiere decir que no pueda darse. En una radiculopatía cervical, tendremos dolor cervical y en distintas zonas del miembro superior, debilidad muscular, hormigueos, incluso pérdida de masa muscular. En la radiculopatía lumbar, pasa lo mismo pero a nivel de zona lumbar y pierna. Frecuentemente aparecen espasmos musculares limitación de la movilidad articular, alteraciones en el control del movimiento y en la funcionalidad diaria de los pacientes. Y bien, una vez diagnosticado el problema, ¿Cuál es el tratamiento de este tipo de cuadros clínicos? ¿Podemos los fisioterapeutas hacer algo desde nuestra parcelita del conocimiento y la técnica para ayudar a estos pacientes? A estas preguntas responderé de manera somera a continuación. El tratamiento inicial, el más común, es el tratamiento conservador, dentro del cual destaca el farmacológico, está basado fundamentalmente en el uso de analgésicos, antiinflamatorios, relajantes musculares, corticoides, anti-convulsivantes como la pregabaliana… la administración común es vía oral, pero en ocasiones, en casos agudos, es necesario que se realice a través de inyectables. En el tratamiento conservador tenemos que incluir la fisioterapia, de la que hablaré un par de párrafos más abajo. Otros tratamientos que pueden administrarse son los bloqueos epidurales se utilizan normalmente sustancias analgésicas y anestésicas) y, como último eslabón, la cirugía, que será distinta en función de la causa de la radiculopatía. En relación a la evolución natural de las radiculopatías (esto se refiere a la evolución normal en el tiempo, si tiende a mejorar o no, en cuánto tiempo, etc.) , he estado buscando en las bases de  datos científicas y no aparece nada claro, pienso que en parte puede ser porque se necesita más investigación, pero también porque al tener diversos orígenes, puede tener también diversas evoluciones naturales. En cuanto a otros tratamientos, como pueden ser la fisioterapia, escuchamos con bastante frecuencia a los médicos decir frases como “Que nadie te toque”, o “No vayas al fisio”… ¿es cierto esto? Pues habría que puntualizar, es cierto si queréis a medias. Es verdad que tenemos que tener cuidado  porque una radiculopatñia en una fase muy aguda puede ser extremadamente irritable y a veces es necesario dejar pasar unos días y administrar primero tratamiento farmacológico inyectado (se suelen utilizar corticoides) y oral, pero un tratamiento de fisioterapia bien administrado  puede ayudar a mejorar los síntomas en un paciente con radiculopatía, reduciendo la intensidad y localización del dolor, la movilidad activa, y, finalmente, su funcionalidad. ¿Quiere decir esto que con la fisioterapia vamos a quitar la radiculopatía? Obviamente NO, pero sí podemos ayudar a sobrellevar el proceso de la mejor manera posible, así como a que el paciente se recupere mejor. Los fisioterapeutas podemos trabajar ayudando a relajar un poco la musculatura que se encuentra espasmada y presenta puntos gatillo activos; también puede ayudar a modular el dolor mediante el uso de terapia manual como tracciones manuales controladas, movilizaciones pasivas específicas sobre la columna, terapia neurodinámica y por supuesto enseñar a los pacientes ejercicios en casa y posturas de reposo para que estén más aliviados. La terapia manual parece que disminuye la concentración de mediadores químicos y además activa los sistemas inhibidores del dolor; cuando añadimos trabajo neurodinámico, además también mejora la mecánica (movilidad) del nervio. El trabajo de control neuromuscular mejora la movilidad, fuerza y dolor. La educación en dolor puede ayudar al paciente a comprender su problema, la evolución del mismo, y a perder miedos que aparecen frecuentemente en estos casos, de manera que manejará mejor su patología. Por lo tanto, decir tan categóricamente “Que no te toquen…” pues va a ser que no, yo más bien diría que no te toquen si el que tienes delante no es un profesional, que no te toquen si no te han valorado ni explorado adecuadamente. Así que, si tienes una radiculopatía (excepto si estás en una fase agudísima), los fisioterapeutas podemos ayudarte, cuenta con nosotros. Los mejores resultados se obtienen siempre cuando todos los profesionales sanitarios sumamos, es decir, mediante un abordaje conjunto médico – fisioterapeuta, así pues, dejemos las soberbias y los egos aparte, preocupémonos por conocer un poco más el trabajo de los demás sanitarios y empecemos a ayudar a los pacientes de una vez por todas, que es nuestro trabajo.

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