Pies libres, pies felices

El pie humano es una maravillosa obra de ingeniería biológica localizado en el extremo distal de los miembros inferiores, compuesto por 26 huesos que forman diversas articulaciones y una gran cantidad de cartílagos, músculos, ligamentos, tendones… diseñado para repartir las cargas de nuestro cuerpo de una manera adecuada al entrar en contacto con el suelo, ya sea en estático o en dinámico (démosle gracias al pie, que nos permite caminar, correr, bailar…).

Anatómicamente podemos diferenciar por regiones antepie / mediopié / retropié (talón), el dorso/ planta, cara externa / interna… según donde tomemos la referencia.

Dentro del pie cobra una especial importancia la bóveda plantar (formada por tres arcos: interno, externo y anterior). Es un amortiguador indispensable para la flexibilidad del pie cuando caminamos, permite la adaptación a las irregularidades del terreno y además transmite el peso del cuerpo cuando permanecemos de pie.

Además de esto, en la planta del pie se localizan multitud de receptores sensitivos que informan a nuestro sistema nervioso central de muchas circunstancias del exterior y tienen un papel fundamental en el equilibrio, la postura y el movimiento.

-¡¡¡Niña, ponte las zapatillas de andar por casa que te vas a resfriar!!!

Esta es una frase que supongo os puede sonar a muchos. Cuando era pequeña (y aún hoy) me encantaba ir descalza, era una sensación de libertad, de fresquito en los pies, inmejorable. Mi madre solía reñirme continuamente por ello, cuando era pequeña, y aún lo sigue haciendo cuando me ve descalza. Siempre he pensado que la forma natural de moverse un niño era estando descalzo, y últimamente he visto algunos artículos y noticias donde parece que tenía algo de razón. Hay algunos profesionales de la salud que defienden la necesidad de descalzar a los niños pre-andantes para un mayor desarrollo psico-motor. En los primeros de vida es cuando nuestro sistema nervioso presenta mayor plasticidad, es decir, más capacidad de cambio, de creación de nuevas conexiones neuronales, desarrollo de nuevas habilidades… y ello depende no solo de la base biológica (nervios, cerebro, médula…), sino de los estímulos externos que tengamos. Es interesante que la planta del pie del niño reciba estímulos táctiles en y de distintas formas y superficies, ya que esto le ayudará a desarrollar la propiocepción, la musculatura y las articulaciones, y, al mismo tiempo, irá tomando conciencia de su propio cuerpo. Nótese que para mantenernos de pie (y también para poder caminar) es necesaria la contracción armónica de los músculos posturales, que están controlados por el sistema nervioso, el cual va realizando ajustes en función de diversas informaciones como la provinente de los receptores de la planta del pie, la propiocepción (información sobre la posición de los segmentos corporales), el oído interno y la posición de los ojos…

Es lógico que los padres se preocupen de que el niño vaya a resfriarse por ir descalzo, lo cual parece tener sentido sobre todo en invierno, ¿no os parece? Aún así, el hecho de ir descalzo no excluye que pueda ponerse unos calcetines, para evitar precisamente esto.

En realidad esta práctica de calzarnos siempre (aunque sea con babuchas) se da en nuestra cultura, no ocurre lo mismo en otros países, donde es costumbre despojarse de los zapatos al entrar en casa, habitantes e invitados.

Recuerdo, de la época de las prácticas clínicas en la carrera, una profesora –un tanto peculiar, pero una gran fisioterapeuta, de las mejores estancias clínicas que he tenido, en la Unidad de lesionados medulares- gritándome, desde la otra punta de la sala, “¡Los calcetines no tienen receptores!”. Esta es una anécdota que recuerdo siempre, me sacó los colores en su momento, pero aprendí algo fundamental: mejor trabajar descalzo, el estímulo va a ser mucho mayor porque el calcetín supone una interfase de tela que resta sensibilidad al pie.

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Nos empeñamos en ponerle intermediarios a los pies y el sueño. Esto es evidentemente una consecuencia directa del desarrollo industrial de las ciudades en la historia y de la tecnología, que nos ha permitido fabricar zapatos de todo tipo. Pero a nadie se le ocurre pensar que en los orígenes de la humanidad alguien llevara tacones, ¿no? Inicialmente, el hombre iba descalzo por la vida, por tanto, no debería ser tan terrible caminar descalzos por casa. Pero claro, durante todos estos miles de años, al empezar a utilizar calzado, la musculatura intrínseca del pie, que trabajaba a tope cuando la humanidad iba descalza, se ha ido debilitando, por falta de uso. Así, hoy día es complicado asumir la idea de que volvamos a ir descalzos a no ser que estemos en la playa, porque las superficies por las que caminamos generalmente son muy duras (asfalto) y además siempre estaríamos heridos.

Curiosamente, en el mundo runner hay una corriente que defiende el uso de calzado minimalista (es decir, con unas suelas muy finas) e incluso correr descalzos, partiendo de la base de que es lo más natural para nuestro cuerpo, y de esta manera nos lesionamos menos. Estos corredores se hacen llamar barefoot, y la técnica de carrera es diferente a la empleada habitualmente. Normalmente, el paso del calzado normal al barefoot debe hacerse de forma progresiva y siguiendo una serie de pautas. ¿Es mejor o es peor? Pues bien, conozco corredores de los dos tipos, y todos defienden su manera de correr con buenos argumentos. He encontrado publicaciones científicas a favor y en contra del barefoot, por lo que, a priori, no tengo una opinión clara al respecto. Si os pica la curiosidad podéis buscar más sobre ello.

Yo, desde luego, en cuanto puedo y especialmente en verano, me quito los zapatos y me quedo descalza. ¿Hay algo más gustoso que enterrar los pies en la arena de la playa? Y un paseo descalzos por la orilla de la playa es relajante y además realizamos un estupendo ejercicio físico.

 

 

Lo que quiero decir con esta entrada de blog es que, si tenéis niños pequeños, dejadlos andar descalzos en casa, no es tan terrible, si tenéis miedo de los resfriados, ponedles unos calcetines. Parece ser que ayuda al desarrollo del pequeño (psicomotricidad, equilibrio, musculatura del pie…), ¡y además le encantará! ¡Libertad y movimiento para los pies!

– www.guiainfantil.com

– www.bebesymas.com

– “Podología preventiva: niños descalzos igual a niños más inteligentes” Isabel Gentil García, Revista Internacional de Ciencias podológicas, Núm.1, 2007.

– Fisiología Articular. Tomo 2. A.I.Kapandji. 2010. 6ª edición. Editorial Médica Panamericana.

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